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Testimonios

David Alfaro Siqueiros. Pintor.

Yo por Yo.

“A Fernando Gamboa; El más potente motor transmisor de nuestro movimiento pictórico mexicano”.
Siqueiros 8-56

- Dedicatoria en el cuadro Yo por Yo. Donado por Fernando Gamboa al Museo de Arte Moderno.

Fernando Benítez. Escritor.

“Fernando Gamboa es el fundador y el revolucionario de la museografía internacional. Recuerdo con pasmo su exposición del arte mexicano en el lúgubre museo de Arte Moderno de París. La museografía europea era obsoleta […]. Los franceses han tenido artistas geniales y no han sabido realzar y darles la atmósfera, el lugar, el medio adecuado a los valores propios y a los ajenos.

Fernando transformó hace 33 años el Museo de Arte Moderno de París en un templo, en un espacio sagrado, donde las luces, la disposición de las piezas, daban una nueva vida al espíritu de las culturas muertas. Los críticos franceses debieron recurrir a la poesía para dar una idea de esa ficción encantada. El aire indio, el colonial, la pintura mexicana, surgieron a su propia luz y todavía los visitantes fueron despedidos con la exaltación, el júbilo y el humor negro del arte popular.

Este milagro se repitió en todo el mundo. Fernando fue durante medio siglo embajador de México. Demostró que el arte antiguo o moderno de un país pobre y olvidado, es la mejor muestra de un espíritu superior […]. Fernando Gamboa es también uno de los últimos mexicanos que conocen a fondo la historia, la complejidad de nuestras culturas y sus valores extraordinarios. Como director del Museo de Arte Moderno, no sólo nos enriqueció negociando hábilmente los préstamos de conjuntos preciosos de arte extranjero, sino que organizó exposiciones únicas de nuestros artistas. Como director de la Difusión Cultural del Banco Nacional de México, me concreto a señalar dos muestras de su sabiduría para rescatar y apreciar obras inadvertidas para nosotros. Su exposición magistral del mueble mexicano nos hizo ver que los ebanistas mexicanos, pueden figurar entre los más grandes del mundo, o que el mueble popular, de nuestros días, es una obra de arte. ¿A quién se le podía ocurrir que los tallistas mexicanos son capaces también de ejecutar trabajos monumentales? Allí está para comprobarlo su exposición reciente de las esculturas de San Cristóbal, el gigante que cruzó el río, llevando en brazos al Niño Jesús. Fernando ha glorificado a Cristobalón, precisamente cuando la iglesia lo desantificó, expulsándolo de los altares y tratando de destruir un mito muy arraigado en nuestra gente.

El mago merece un premio nacional con frecuencia otorgado a los mediocres. Ya también nos quedan muy pocos magos. El mismo México está perdiendo aceleradamente su magia”.

Festival de Formas en homenaje a Fernando Gamboa. Universidad Autónoma Metropolitana y Secretaría General de Desarrollo Social.

Sergio Pitol. Escritor.

“Le debo a Fernando Gamboa muchos momentos espléndidos. Nada tan tonificante como verlo trabajar y observar los resultados de ese trabajo. En París, durante la exposición de José Luis Cuevas en el Museo de Arte Moderno, o en una de monedas y medallas que hubiera podido resultar muy anodina y que se convirtió, gracias a su genio, en una gran muestra de varios siglos de cultura mexicana; en Varsovia, como jurado de la Bienal Internacional del Cartel, o en Leningrado, mientras preparaba la monumental retrospectiva de José Clemente Orozco.

¡Ver trabajar a este hombre excepcional! Recorrer con él una y otra vez las salas que ha solicitado en museos que se sabe de memoria, observarlo estudiar los muros mientras las cajas comienzan a abrirse en espacios que sólo para él han perdido ya su virginidad, pues visualmente ha comenzado a cubrirlos con los óleos y esculturas que sus empleados van cuidadosamente desempacando. Y luego, durante días y noches enteras, con envidiable radiante enloquecedora energía, ir modificando el trazo hasta que el conjunto no se ajuste a la forma ‘ideal’, a esa visión perfecta a la que él aspira. De pronto, cuando todo parece estar ya listo, manda que los techos desciendan metro y medio, que pinten una pared, que la muevan, y empieza de nuevo a colocarlo todo con esa calma aparente con que maneja su pasión.

Lo he ido a visitar durante las distintas fases de su obra. Camino a su lado. Lo oigo hablar del viaje que acaba de realizar, de una exposición de Tamayo que montó en Tokio, de una de Rojo en México que lo dejó muy satisfecho, contar una anécdota de Rivera […], elogiar la generosidad de un coleccionista que hizo posible que tal o cual exposición se mueva en esos momentos por el mundo, elogiar la belleza de una de sus colaboradoras , la inteligencia de otra, mencionar las sorpresas que le han deparado las últimas bienales de Venecia y Sao Paulo y, de pronto, quedarse petrificado mirando un punto lejano, caminar de prisa hacia él, llegar y bajar un óleo y sustituirlo por otro, por una litografía acaso. Y en todo ese proceso le acompañan siempre su talento, su cultura, su manera única de ver y sentir, de abarcar formas y colores, de lograr el justo espacio en que florezca la individualidad de un cuadro y el mismo se integre y potencie al conjunto al que pertenece. Por todo eso le debo gratitud”.

Festival de Formas en homenaje a Fernando Gamboa. Universidad Autónoma Metropolitana y Secretaría General de Desarrollo Social.

Juan Acha. Crítico de Arte.

“Parece haber sucedido ayer: recién llegados a México nos llamó la atención la ‘obra ambientalista’ de la entrada, así como el emplazamiento armónico y didáctico de las piezas de una exposición de arte japonés que, a mediados de 1972, presentaba el Museo de Ciencias y Artes de la UNAM en la Ciudad Universitaria. Poco después nos subyugó la bondad museográfica de la exposición de José Luis Cuevas, “Ilustrador de su Tiempo”, en el Museo de Arte Moderno. Elogiamos las virtudes de ambas en Diorama de la Cultura. Aquí supimos quién era el autor de esta y de la otra museografía: Fernando Gamboa. Posteriormente, lo conocimos y él nos invitaba a colaborar en el museo de su dirección. Decidimos entonces, permanecer en México, trabajando durante más de cuatro años a su lado.

Estaría fuera de contexto detenernos aquí en sus méritos personales, los cuales enriquecieron y aún enriquecen nuestra amistad. Su don de gentes y su calor humano nos atrajeron. Como director de museo, siempre mostró respeto por el trabajo de sus colaboradores y su celo profesional no fue un óbice para un armónico y fructífero transcurrir de nuestras funciones.

En Fernando Gamboa habremos de distinguir las diferentes facetas de su vida profesional: la museografía, la directoral en museos, la promotora del arte mexicano en el extranjero y la organizativa en exposiciones en torno a una idea o un tema. Necesario subrayar esto, porque últimamente algunos neófitos han querido echar todos estos aspectos en el saco roto de la administración burocrática, menospreciando el trabajo museológico. Todos estos aspectos hallánse animados por la devota y hasta fanática dedicación de Fernando Gamboa al artista, a nuestro juicio exagerada por el desmerecimiento de algunos artistas de carne y hueso. Cree en el mito del artista y contribuye a difundirlo y a consolidarlo […]. Para Fernando Gamboa constituye todo un reto y un rito la museografía como montaje de obras. Descuella su meticulosidad en el emplazamiento de cada obra y en las relaciones de ésta con las demás […]. Detrás del ordenamiento hay motivaciones bien razonadas…”.

A la exitosa organización de exposiciones contribuyen a las relaciones amistosas que Fernando Gamboa mantiene con los coleccionistas, recordando las obras de cada uno de ellos. Algunas veces exhibe manifestaciones precoces de México, con el fin de dar a conocer al público lo que sucede en su entorno y no por militancia artística ni favoritismo.

Es bastante conocida la labor como difusor y prestigiador del arte mexicano en el extranjero. Durante varias décadas llevó por el mundo la muestra “El retrato de México. Aquí maneja con igual dominio el arte precolombino, el colonial, el republicano y el contemporáneo. Prueba de ese dominio, la exhibición “El mueble mexicano” en el local principal de Banamex […]. Sobran con largueza, en fin, los méritos de Fernando Gamboa en el campo de las artes y nada más justo que rendirle homenaje en reconocimiento”.

Festival de Formas en homenaje a Fernando Gamboa. Universidad Autónoma Metropolitana y Secretaría General de Desarrollo Social.

Silvio Zavala. Historiador.

Tuve el agrado de ver a Fernando Gamboa recibiendo hace pocos días la medalla de Investigador Distinguido del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Poco antes me había enseñado la selecta exposición que montó en el Palacio de Iturbide, bajo el patrocinio de Banamex, que recoge una cincuentena de notables telas de pintores europeos que se conservan en los museos de México, y de las que el público apenas tiene noticia.

Recuerdo, por otra parte, que hace cuarenta años Gamboa trabajaba con la misma dedicación y el mismo conocimiento, en las instalaciones del, entonces nuevo, Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec.

Después tuve la oportunidad de ver algunas de las magníficas exposiciones de arte mexicano de todos los tiempos que llevó a los principales centro culturales de Europa.

Así mismo trajo al Museo de Arte Moderno, en el Parque de Chapultepec, extraordinarias exposiciones de arte europeo, como la de los Caballos de San Marcos de Venecia, exhibidas con tal pericia que no fueron mejores las presentaciones de esos mismos objetos en Europa.

Es fácil decir todo esto que es verdad. Pero lo que los visitantes no suelen captar es el cúmulo de conocimientos, de gusto, de destreza que posee este gran mexicano, Fernando Gamboa, para poder realizar tales exposiciones, acompañadas de sus bellos catálogos.

Con él, la museografía mexicana ha alcanzado derecho de ciudadanía en el mundo. El arte de nuestro país, en sus varias épocas, ya forma parte del patrimonio universal. Y al mismo tiempo ha enriquecido el saber artístico y el gusto de los mexicanos de hoy en tan alta forma, que pocas personas en nuestro medio merecen con mayor justicia el título de Maestro”.

Festival de Formas en homenaje a Fernando Gamboa. Universidad Autónoma Metropolitana y Secretaría General de Desarrollo Social.

Manuel Felguerez. Pintor.

A Fernando Gamboa lo admiré antes de conocerlo en persona. Era ya el mejor museógrafo de México, no solamente por el gran talento que siempre ha tenido para mostrar y hacer resaltar cada objeto artístico, sino por su sentido para crear un acontecimiento cultural en cada una de las cientos de exposiciones que le ha tocado organizar. Gamboa ha demostrado que en la profesión de museógrafo hay que ser tan creativo como en cualquier otra rama del arte.

Fernando Gamboa mostró la continuidad que, a través de los siglos, ha tenido el arte mexicano. Asombró al mundo con aquellas exposiciones viajeras en que se podía ver simultáneamente el arte prehispánico colonial, popular hasta llegar al arte de su momento, a lo mejor de la Escuela Mexicana.

Pero Fernando, espíritu siempre joven y con gran claridad conceptual del fenómeno artístico, supo ser el gran impulsor de las nuevas generaciones.

Recuerdo la habilidad con la que desde el puesto de Comisario de Exposiciones de la Secretaría de Industria y Comercio, supo generar y enseñar en las ferias mundiales –Montreal, Osaka, San Antonio– la vanguardia de nuestro arte.

A cientos de artistas de todas partes del mundo, presentó de una manera espléndida en las salas del Museo de Arte Moderno, durante los años en que fue su director.

Imposible tratar de hacer en estas líneas ni siquiera una síntesis de la gran labor que Fernando Gamboa ha realizado a lo largo de su vida, creando, generando una consciencia plena del valor y continuidad del arte mexicano, labor indispensable para formar nuestra identidad nacional, único camino para lograr el pleno desarrollo de nuestra cultura y sociedad.
ibidem.

Arnaldo Coen. Pintor.

“El arte es una patria y el arte es universal”

Viajero incansable
de paso firme
por atajos intangibles del arte,
por sendas asibles
en el espacio
y el tiempo,
ojo avizor,
receptor creativo
confinado en su percepción afianzada por el conocimiento,
por la constancia de sus intereses,
leal a sí mismo por su lealtad al arte
a su sólido y amplio criterio;
Fernando Gamboa
amigo entrañable,
cómplice secreto de códigos indescifrables;
es un eslabón
entre generaciones,
entre mundos distintos
entre tierras y oficios;
que ha logrado mostrar
lo que vale la pena de ser visto,
abrir los ojos más rebeldes,
“enseñar a ver,
cómo se enseña a leer
y a mostrar el camino
de la letra al espíritu.

ibidem.

Carmen Gaitán Rojo. Directora Museo Mural Diego Rivera, en 2010.

“Quienes tuvimos el privilegio de trabajar al lado de Fernando Gamboa, y la ‘resistencia’ para colaborar con este museógrafo visionario, promotor cultural, diplomático y funcionario público, lo llamábamos el maestro Gamboa, así, subrayado. No podía ser de otra manera, ya que a su persona la antecedía su propia leyenda.Durante el montaje de una exposición, imponía por su genio e ingenio […] Comentaba sobre el arte plástico y su importancia en la educación de los infantes. A veces se detenía a hablar de una sola pieza; otras, de varias que en el momento se levantaban poco a poco del suelo para ser colocadas en el lugar que el ojo de Gamboa les asignaba, como si se tratara de una obra teatral. Las horas pasaban sin sentirlas; un solo cuadro le hacía recordar ciudades, personas, situaciones, tácticas políticas, manejos diplomáticos, y hasta actos de valentía.

La vida del maestro Gamboa se antoja una novela de zaga, pues recorrió mundo desde muy joven […] Por ello, el Museo Mural Diego Rivera retoma un pasaje de su vida, el llamado Bogotazo. En 1948 se realizaba una reunión de cancilleres de Latinoamérica que celebrarían la IX Conferencia Panamericana –también llamada Conferencia Internacional Americana– en el Palacio de Comunicaciones en Bogotá, que sería acompañada de una exposición de arte latinoamericano, a la cual México acudía con una selección de cuadros de gran categoría que incluía obra de José María Velasco, Joaquín Clausell, Hermenegildo Bustos, Dr. Atl, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, Juan O Gorman y Francisco Goitia, entre otros. El día que debía montarse la muestra mataron a Jorge Eliécer Gaitán, carismático líder opositor colombiano. Lo que provocó un levantamiento popular e impidió cualquier movimiento dentro del Palacio de Comunicaciones que se encontraba en llamas. Al enterarse de los hechos, Gamboa fue a la legación mexicana. Y ahí pidió una bandera del país. Volvió al centro de la ciudad y agitando el símbolo patrio gritó: ‘¡Viva México!, ¡Viva Colombia!’, y la gente le abría paso. Entonces, por azar se encontró a dos personas entre la multitud; uno de ellos había sido su alumno en la Escuela de Antropología cuando él impartía clases. Juntos se dirigieron al Palacio, que se incendiaba y estaba lleno de humo. Los tres se colocaron pañuelos en el rostro, se vertieron un cubetazo de agua y así, empapados, se metieron al edificio; tras un enorme esfuerzo, el maestro logró, con la ayuda de sus conocidos, sacar las cajas que contenían la obra de arte mexicano al vestíbulo. Consiguió subir un piso y comunicarse con Jaime Torres Bodet, asistente a la Conferencia, a quien le solicitó ayuda para que los rescataran, pero nadie logró llegar al centro de la ciudad, era un caos lleno de francotiradores. Don Jaime le dio órdenes de salir: ‘No quiero llevar su cadáver a México’, le decía; a lo que don Fernando respondió: ‘Sí, yo sé que usted es el canciller y lo respeto y admiro, pero yo soy el director de la exposición y no salgo de aquí sin la colección mexicana, que es patrimonio de nuestro país’. Y ahí permaneció muchas horas sin comida ni agua, hasta que sacó las cajas.

Catálogo de la exposición, “Fernando Gamboa. El Arte del Riesgo”. 2009 INBA, Museo Mural Diego Rivera.

Salvador Elizondo. Escritor.

Coinciden Leonardo, Cellini y Durero —entre otros— en que una de las cosas más difíciles que hay, no solamente en la vida del arte sino también en la vida doméstica, es colgar un cuadro, poner una estatua… o sembrar un roble. Entre el número de puntos que componen el plano o el cuerpo hay solamente uno que conviene a la óptica interior del cuadro, uno sólo para el centro de gravedad de la estatua. Fernando Gamboa sabe dónde está ese punto.

De mi primer contacto significativo con su obra –en la exposición de arte mexicano en el Museo de Arte Moderno de París, 1952– recuerdo justamente la revalorización de muchas obras de nuestro arte con las que estaba familiarizado, pero que no me atraían vistas aquí, que pude hacer, no en función de mi punto de vista a orillas del Sena, bajo la impresión abrumadora del Louvre, sino en función de su punto de exposición.

Muchos años después, las circunstancias de la vida nos hicieron amigos y, a veces hasta colaboradores, a mi esposa Paulina Lavista y a mí, en algunos proyectos del Museo de Arte Moderno que tan liberalmente dirigió durante años. Por todo esto le guardo una gratitud profunda, no menos que por haber compartido con él, en la plaza de toros, la emoción de un arte en el que ese punto ideal y estático del Museo se convierte en el punto de movedizo y eterno de la Reunión.
ibidem.

Guillermo Tovar de Teresa.

“La inteligencia de los sentidos”

Fernando Gamboa fue un personaje insólito. Estuvo dotado de características que lo hicieron único. De entre ellas, una era sobresaliente: la inteligencia de los sentidos. Poseía los atributos del entendimiento, pero sobre todo los de la sensibilidad y, por qué no decirlo, los de la sensualidad. Comprendía sintiendo eso que llamamos lo bello y el arte. Sabía distinguir las cosas, ver en ellas lo maravilloso y extraordinario, lo raro y asombroso, lo excepcional y extravagante. En suma, lo insólito. Era un sensitivo insólito que advertía lo insólito.

Fue polifacético: comenzó siendo profesor de dibujo y acabó como uno de los mejores museógrafos del mundo; algo tuvo de arquitecto y muralista, fue hábil político y viajero incansable, inquieto coleccionista y orador inevitable, héroe del “Bogotazo” y amigo caballeroso, crítico de arte y burócrata implacable, activo difusor de la cultura y galán enamorado, animado conversador y generoso promotor de aquellos a quienes consideraba poseedores de habilidades y talentos; algo tenía de naif y cosmopolita, de hombre ingenuo y de gran señor.

Su interior era un misterio. Por eso nos sorprendía. Su alma era como un inmenso convento barroco por la cantidad de espacios que la componían: patios, salones, refectorios, cuartos de profundis, capilla doméstica y jardines, entre otras dependencias.

A Gamboa le gustaba revelar el aspecto desconocido de las cosas. Su mayor fascinación era la de mostrar y sorprender con todo aquello que en otro momento había descubierto. A eso dedicó casi toda su vida, a exponer y recrear lo bello y el arte, para beneficio de muchos. Su obra resultó efímera. Sus creaciones duraron tanto como el tiempo que sus exposiciones se mantenían abiertas para el público. Pero su esfuerzo no fue en vano; gracias a Gamboa, muchísimas personas de México y del mundo conocieron y valoraron aspectos esenciales de nuestro ser y nuestra cultura.

Fernando Gamboa, Embajador del Arte Mexicano. Conaculta, 1991.

Carlos Velo. Cineasta. 1985.

Fernando Gamboa es para mí, la más refinada expresión de la gentileza mexicana que logra el equilibrio del buen gusto, en un artista como él, idólatra de la plástica y fanático de la difusión cultural.

Nuestra vidas paralelas se encuentran y se desencuentran, en el éxodo pirenaico o en el despacho consular, en el homenaje a Cárdenas o en el mitin republicano, en la filmación de la pieza del mes o en las exhibiciones festivaleras […]. Entonces reencuentro a Fernando Gamboa. No estoy seguro si fue en una galería donde montó con elegancia, una exposición de pinturas europeas y juntos hicimos grandes acercamientos a los rostros patéticos de los cristos de Memling o si fue en el Museo de Antropología e Historia, entonces instalado en las calles de Moneda, donde Fernando reinstaló, atrevidamente, el imponente monolítico de la Piedra del Sol […].

El público del nuevo cine Alameda, aplaudió estos primeros reportajes cinematográficos […]. A partir de estos éxitos, Gamboa me avisaba de cualquier acontecimiento en el mundo de las artes plásticas, donde ya era reconocido como un promotor revolucionario. Y semana a semana mis camarógrafos registraban las trágicas calaveras de Posada o las tiernas figurillas de Tlatilco, en las salas de Bellas Artes, o las gigantescas cabezas totonacas y la reconstrucción de la pirámide del Tajín, en las selvas de la Huasteca […]. Así, Fernando me dio la oportunidad de comprender y querer a México, mi patria adoptiva y la nación de mis hijos […]. Fue la expedición a las ruinas de Bonampak, en la selva lacandona, organizada y dirigida por Fernando, que tuvo resonancia internacional, no solo por el redescubrimiento de las pinturas murales mayas y la vida de los lacandones “hacedores de dioses”, sino porque […] murió ahogado en el río Lacanjá el guía norteamericano Frey, primer explorador de Bonampak, y nuestro camarógrafo Luis Morales se extravió en la selva.

Fernando Gamboa, que se había destacado como museógrafo y promotor de las artes plásticas […], fue nombrado subdirector del INBA […] me propuso realizar un documental de largo metraje sobre la historia mural mexicana, sus pintores, sus técnicas expresivas y los objetivos sociales que la motivan.

Al mismo tiempo, el INBA publicaría una monografía exhaustiva del tema. Ya para entonces Susana Gamboa había medido los centímetros cuadrados pintados por cada artista y su exacta localización. Fernando me platicó, con mucha pasión, cómo se había originado este movimiento pictórico, cuáles eran las motivaciones ideológicas de los muralistas y cuales las obras de cada uno de ellos. El guión de producción [de Gamboa] comenzaba con los mayas, pasaba por las pinturas de pulquerías y terminaba con una sorpresa: el mural de Rufino Tamayo en Bellas Artes […].

La filmación resultó ser una apasionante aventura, no solo porque pude absorber el sentimiento mexicanista crítico y vibrante de los murales, sino porque conocí personalmente a los tres grandes pintores en acción[…]. Fernando gestionó la admisión de estos documentales en el festival de Amsterdam y obtuvimos dos premios muy valiosos, porque nos revelaron que México interesaba mucho en Europa.

Barbachano inicia la atrevida producción de los cuatro cuentos etnográficos […]. Gamboa inventa el título de “Raíces” que don Alfonso Reyes elogia en su precioso prólogo. Fernando acompaña a Barbachano al Festival de Cannes, donde la película recibe un gran premio y el apoyo del crítico Sadoul y el escritor Zavattini […].

Entonces Fernando se incorpora por completo a Teleproducciones y realiza, con gran honestidad profesional, veinte y tantos números de cine documental. Recuerdo sus imágenes, aún en los tonos puros del blanco y negro. Los rostros de los teotihuacanos vivientes, en contraste con sus máscaras toltecas; el adolescente desnudo del Golfo y los labios atigrados de los olmecas; el día de los muertos en Mixquic y la cocina poblana. La temática de Cine Verdad se diversifica, abarcando nuevas áreas del arte y la ciencia.

Festival de Formas en Homenaje a Fernando Gamboa, Universidad Autónoma Metropolitana .Secretaría General de Desarrollo Social.

Rodolfo Halffter. Músico.

Fernando Gamboa
Museógrafo, diplomático e impulsor de las Artes. 3 julio 1985

Rica en aspectos de índole diversa es la personalidad de Fernando Gamboa. Museógrafo brillante, diplomático enérgico y sagaz, impulsor activo y perseverante del arte en todas sus manifestaciones.

A menudo he tenido oportunidad de admirar las realizaciones museográficas de Gamboa y extasiarme en la contemplación de objetos por él hábilmente mostrados.

Recuerdo, complacido y maravillado, su reciente exposición del mueble mexicano, celebrada aquí, en la ciudad de México.

Voy a referirme con especial énfasis, a la actividad de Fernando Gamboa en dos terrenos que me afectan particularmente: el terreno de la diplomacia y el terreno de la difusión del arte. De la música, concretamente.

Fernando Gamboa, diplomático

[…] En ese año, Fernando Gamboa desempeñaba un puesto diplomático en la Embajada de México en París. Gracias a su decisión y empeño, muchos intelectuales fueron salvados de los infamantes campos, instalados por el Gobierno francés en las playas del sur de Francia, para concentrar allí a los republicanos españoles. Para lograr su propósito tuvo que enfrentarse, con firmeza y valentía, a los funcionarios franceses, atemorizados por la creciente amenaza nazi-fascista que se cernía sobre Europa.[...].

Fernando Gamboa, difusor de la música de hoy.

Es innegable que ciertos compositores de hoy se expresan en un nuevo idioma musical, el cual, para gran parte de los melómanos, constituye un lenguaje hermético.

Consciente de esta realidad Fernando Gamboa organizó hace dos o tres años, una serie de conciertos de música contemporánea, dentro del marco de actividades culturales de Banamex. Estos conciertos se caracterizaron, precisamente, por el intento de familiarizar al público con los nuevos giros idiomáticos y los nuevos procedimientos estructurales de la música de nuestros días.

Así, pues, a cada uno de los conciertos, Fernando Gamboa invitó a dos o tres distinguidos compositores con el compromiso de dialogar en público, después de la ejecución de las obras programadas, sobre la esencia de las mismas y, en general, sobre la problemática de la música de hoy. Estos compositores se comprometieron, asimismo, a contestar preguntas aclaratorias solicitadas por el auditorio.

De esa manera, Fernando Gamboa instituyó un nuevo tipo de concierto que resultó de gran utilidad para la comprensión de la música actual.

Me une a Fernando Gamboa una amistad entrañable. Me complazco en expresar mi admiración por su ingente labor realizada como animador de arte, especialmente del arte plástico, y como creador en nuestro país del concepto moderno del museo. También lo admiro por su calidad humana, probada a lo largo de su vida en difíciles situaciones.
ibidem.

Josefina Vicens. Historiadora.

No quiero hablar de Fernando Gamboa, de su reconocida excelencia en la profesión de museógrafo. Quiero hablar de Fernando Gamboa, el artista, el hombre que concierta cada uno de los instrumentos, hasta producir la gran obra. Eso han sido todas las exposiciones que han pasado por sus manos, por sus ojos, por su mente, hasta encontrarse con el gozo del contemplador.

Mucho se ha hablado en estos tiempos de los lenguajes distintos, de los que no se expresan con palabras, y decir que el arte es un lenguaje no es decir nada nuevo. Es sólo que Fernando Gamboa tiene un oído mucho más fino, una mirada mucho más certera, que le permite adentrarse en los diálogos, los reflejos, los ecos, que la contigüidad de una obra con otra suscitan en el espectador.

Fernando Gamboa logra percibir matices, susurros, notas que van enriqueciendo el conjunto, ordenado a manera de una maravillosa sinfonía en la que cada uno de los instrumentos tiene su instante preciso. En el caso de la música, se trata del compositor, del intérprete, pero es el genio del director quien conduce hasta quien escucha la magnitud del arte. Sólo un artista, por mérito propio, puede hacerlo. Fernando Gamboa se adentra y comprende, sabe, pero sobre todo, siente. Y es a partir de ese conocimiento de honda raíz, como el arte se muestra con esplendor, con inteligencia.

Desde luego que no es lo mismo ser un atinado museógrafo a un artista verdadero, como tampoco es lo mismo una buena exposición a la manera rotunda de colocar las obras en un diálogo continuo entre sí y frente a quien las contempla. Ahí estriba la diferencia. Fernando Gamboa, además de ser un profesional muy serio, es un hombre conformado por el arte, por ese delicado sentido que le permite percibir y ofrecer las aproximaciones, las conjunciones y disyunciones que las obras en su contacto unas con otras ofrecen. Es la voz que comunica el lenguaje artístico que lo sujeta para dejarlo volar en libertad.
ibidem.

Ernesto Madero. Embajador Eminente de México. 24 abril 1985.

Cuánto ha hecho Fernando Gamboa en torno a la plástica mexicana y el reconocimiento nacional que se le debe […]. En estas breves páginas quiero referirme al extraordinario esfuerzo realizado por él en las cuatro ocasiones en que tuve el privilegio de estar a su lado, lejos de nuestro México: en Moscú, en Leningrado, en la Habana y en Varsovia […].

En Moscú

La exposición fue albergada en el Museo Pushkin, cuyas galerías y salas parecían insuficientes para contenerla. Un mes tardó el montaje. ¡Qué paciencia y meticulosidad admirables de Gamboa para decidir –al milímetro– la colocación precisa de cada obra. Parecía acariciar con amor algunas de las piezas. Con el breve movimiento de una mano o de un dedo dirigía el trabajo de sus ayudantes –el veterano maestro Emeterio Guadarrama y sus dos hijos, Emeterio y Jorge, colaboradores suyos durante largos años, antes de la Expo Bruselas(1958)– y a veces arqueando una ceja inquieta o cerrando un ojo […].

La amplia escalinata de mármol que conduce del primer al segundo piso del Museo Pushkin es de una gran elegancia. En la pared frontal decidió Gamboa colocar el altar de Tepotzotlán. Y del techo, con ligeros hilos invisibles, colgó toda una sinfonía de doradas cabezas y alas celestiales. Sabiendo que la eximia bailarina Galina Ulánova –la divina Galina Serguéievna – asistiría a la inauguración, Fernando me subrayó con una pícara sonrisa: “Con este altar y las doradas alas y cabezas celestiales… le vamos armar un ballet de ángeles, arcángeles y querubines”.

Durante dos meses un río humano inundó el Pushkin […] Se imprimió un magnífico catálogo de 100 mil ejemplares. En varios libros dispuestos en el vestíbulo se recogieron valiosos testimonios manuscritos […]. La exposición terminó cuando Moscú estaba ya cubierto y recubierto de nieve.

En Leningrado.

Si la exposición en Moscú dejó una huella profunda, en Leningrado fue un estallido, una explosión. En el ámbito artístico y cultural, un cañonazo... como el crucero “Aurora” cuarenta y tres años atrás [...] Gamboa tuvo a su disposición todos los centenares de metros lineales, cuadrados y cúbicos exigidos por su rigor museográfico y gusto exquisito. Dimensiones que no había disfrutado hasta entonces y que tal vez no encontraría en el futuro. No necesitó acortar las distancias –como en Moscú– entre un cuadro y otro.[...] Y allí sí colocó todas las piezas y cuadros. Porque en Moscú había tenido que reducirse un poco, que “congelar” algo por falta de espacio.

Riguroso y exigente, pero siempre equilibrado, Fernando se niega a “amontonar” con el simple propósito de mostrar hasta la última pieza y el último cuadro. Es entonces cuando uno advierte su condición de Gran Maestro de la museografía. Exige y respeta la distancia, el ángulo y la luz. […]

Merece párrafo aparte las siguientes afirmaciones: en la presentación de nuestro tesoro artístico en Leningrado, Fernando Gamboa llegó a la cumbre de su comprometedora creatividad como museógrafo, en la más alta acepción de esta palabra profesional.[...]

La Exposición, vigorosa y delicadamente presentada, constituyó una hermosa sorpresa.Las gentes del Ermitage, herederos de la vieja museografía rusa - de los Tretiakov, por ejemplo- y los sabios de la museografía soviética, abundaron en admiración y elogio al mexicano Fernando Gamboa: se había enfrentado al reto y había vencido. Silencioso, callado, serio, sarcástico y hasta mordaz cuando era inevitable; alegre y sonriente, a veces con los ojos húmedos de emoción, caminó otros quince kilómetros en los espacios del Ermitage, hasta unos minutos antes de presentar al ansioso público aquella obra maestra. [...]

Cabe mencionar que desde la Revolución de Octubre de 1917 y hasta el año de la Exposición de los tesoros artísticos de México -y hasta hoy no tengo noticia al respecto- ninguna voz extranjera había pronunciado un discurso en el viejo recinto imperial. Inteligencia mexicana, aguda y chispeante, Fernando Gamboa sintetizó así su pensamiento y su acción al decirme; “Hermano: con la historia y la plástica mexicana, tomamos por asalto el Palacio de Invierno”.

En la Habana

Hace siete años -a iniciativa de Fernando Gamboa y con la valiosa cooperación de la familia de José Clemente Orozco y otros coleccionistas- logró integrarse un conjunto de alrededor de doscientas pinturas y algo de la gráfica del gran jalisciense. Por primera vez, se decidió llevar toda esa obra a Europa.

Por fortuna se abrió un capítulo importante: llevar esa exposición a Cuba, antes que a Francia.[...] para entonces ya estaba en Cuba como Embajador.

A partir de la inauguración en la que participaron Juan José Bremer y Armando Hart. Ministro de Cultura, tuvimos la impresión de que todos los habitantes de la Habana desfilaron por el Museo Nacional.[...] aquellas doscientas pinturas y grabados del maestro dejaron en Cuba, en sus viejos pintores y en la nueva generación que no lo conocía, una lección y una impresión imborrables.

Vale la pena recordar que Gamboa alentó siempre a los pintores cubanos que pasaron por México o vivieron entre nosotros, En el Museo de Arte Moderno presentó una exposición muy completa de René Portocarrero.-fallecido hace apenas cinco meses- [...] una nutrida exposición de Wilfrido Lam. El gran pintor cubano [...] se encontraba sumamente delicado. Sólo la amistad que los ligaba hace mucho tiempo, lo animó a venir: Gamboa dispuso todo lo necesario para que Lam viajara con su silla de ruedas y la enfermera que de él se ocupaba. Hasta el más inadvertido detalle humano, Gamboa era tan acucioso como en su múltiple tarea artística.

En Varsovia

[...] Después del éxito en la Habana, la muestra de Orozco voló al Museo de Arte Moderno de París y de allí…...al Museo Nacional de Polonia.

Los polacos se prepararon para recibir “a su gran amigo el doctor Gamboa”. En realidad continuaron el diálogo iniciado veinte años atrás. Y de nuevo, el remolino de la instalación de Orozco en un par de semanas. Otros kilómetros de caminata.

En el muro frontal del vestíbulo -también gran escalera monumental- se montó la reproducción perfecta de una parte de uno de los grandes murales orozquianos: “¡Qué fuerza, qué belleza! fue el primer comentario general de los espectadores.

Una vez más, la inauguración fue solemne, impresionante, emotiva. Con el “savoir faire” de los polacos. El vestíbulo lleno hasta el último rincón. En el descanso de la escalinata Gamboa y la familia Orozco, el Ministro de Cultura y sus colegas; el Cuerpo Diplomático. En los espacios circundantes, la prensa, la radio, los camarógrafos del cine y la televisión.[..]

De nuevo el río humano: la Avenida Jerusalemski, en la que se encuentra el Museo. “colas” interminables de la mañana a la noche. Centenares vinieron de Kracovia, de Lodz, de Lublin, de Wroclav, de la región del Báltico. [...] Sorpresa visible ante el gran mural…..largos minutos absortos ante la espontánea fuerza -expresionismo sublime- que brotó de los pinceles de Orozco.

Los polacos no son introvertidos se expresan en voz alta. México y Orozco: dos palabras mecidas aquellos días por el transparente aire varsoviano.

Gracias a México y a Fernando Gamboa.

Estamos en deuda

Por primera vez me atrevo a decir -en estos días de confusión e inflaciones- que hay deudas que sí debemos pagar. México y los mexicanos estamos en deuda con Fernando Gamboa.

Durante los últimos cincuenta años ha realizado una admirable tarea, repleta de amor a México. Aquí y en más de veinte países. Ha presentado ante millones de gentes la historia y las culturas nacionales. Ha defendido y conservado nuestros tesoros. Millones de gentes han desfilado ante los tesoros antiguos y modernos de México, espléndidamente orquestados por Gamboa.

Con estos festivales, exposiciones y homenajes que se le ofrecen en estos días, comienza a pagarse -apenas- la deuda que se tiene con este joven abuelo de la museografía mexicana, elevada por él a rango universal.

Puedo preguntar y sugerir: ¿Ha llegado el momento de colocar sobre su corazón una medalla de oro?.
ibidem.

Gerardo Estrada. Director General del INBA en 1995.

Cuando los museos europeos no se habían atrevido aún a permitir que sus más preciadas obras artísticas abandonaran los confines del Viejo Continente para ser admiradas por ojos de otras latitudes, Fernando Gamboa hizo que un buen día los ciudadanos de la eterna Roma amanecieran con una de las colosales cabezas olmecas instalada en una de sus hermosas plazas.

La audacia fue uno de los principales rasgos de este hombre, en cuyo vocabulario parecía no existir el término “imposible”. Este temperamento, aunado a su inteligencia y sensibilidad, hicieron de él un precursor y uno de los mayores innovadores de la museografía nacional y mundial.

Es fácil imaginar la pasión con que se entregó a la difusión de nuestro arte si recordamos el episodio en el que expuso su vida por rescatar de las llamas una colección de pinturas mexicanas que iban a ser expuestas en una galería de Bogotá, justo en el día en que estalló una violenta insurrección social en esas tierras.

Seis museos creados, cientos de exposiciones de plástica mexicana en los cinco continentes, miles de obras rescatadas para México en medio siglo, es parte del legado que nos dejó uno de los más grandes museógrafos del mundo, Fernando Gamboa. La cultura universal y nuestro país en particular, están en deuda con él.

-Catálogo exposición “Recordando a Fernando Gamboa”. Conaculta, INBA, Museo Franz Mayer, Museo de la Estampa. 1995.

Ana Garduño. Investigadora Cenidiap.

El Curador de la Guerra Fría.

Catálogo, Exposición Fernando Gamboa-El Arte del Riesgo.
INBA, MMDR.2009.

El 4 de abril de 1948 Fernando Gamboa viajó a Bogotá como curador de la sección mexicana participante en una exposición colectiva de arte americano [...] la IX Conferencia Panamericana. Entonces ya era un funcionario emblemático [...] imprescindible de la escena artística local.

Gamboa no sólo había definido el eje que estructuraría su multidimensional intervención en el ámbito cultural mexicano sino que también había patentado la que sería su legendaria fórmula, [...] construir discursos espaciales museísticos [...] orientados a sensibilizar al público mediante la focalización de objetos seleccionados en función de sus valores plásticos. Su maximum consistía, sin duda, en producir una experiencia estética, además de contribuir a la educación del espectador.

Buena parte de sus logros como museógrafo radicaron en una manera personal de sintetizar las tendencias de la época y la instrumentación de una audaz propuesta: colocar en un mismo espacio objetos completamente disímiles, sin atender la estratificación usual, que de manera estricta los dividía en categorías como "bellas artes", "artes menores" o artes aplicadas y artesanías.

El atrevimiento de presentar en una misma sala y en condiciones de igualdad piezas de diversas procedencias, épocas y materiales, con el fin de que interactuaran [...] causó sensación en la época. El marco legitimador era la noción de una especial vocación nacional por las artes plásticas.

Al analizarlo en retrospectiva, Fernando Gamboa es el diseñador mexicano con mayor éxito en la construcción de una poética del espacio visual. Estuvo fervientemente convencido de la eficacia del mensaje que conlleva una imagen y de la trascendencia espiritual del arte, no sólo como un vehículo ideológico.

En su calidad de creador e intelectual, [...]no sólo se configuró como un apasionado de las artes plásticas, lo que implicaba poseer la sensibilidad y espiritualidad necesarias para gozarlas y sentirlas, sino que sobre todo se convirtió en un connaisseur o experto en artes plásticas. Ser profesional de museos, en un país en el que aún hoy no existe la licenciatura de curador o museógrafo, implica en cierta medida ser autodidacto.

Sin duda, sensibilidad estética, conocimiento y técnica depurada son los ejes que definen a Fernando Gamboa. Al erigirse como intermediario entre los creadores y público, y ante su excelente modus operandi en tanto gestor-curador-museógrafo, al parecer ya en 1943 se le responsabilizó del manejo de la galería más importante del Palacio de Bellas Artes: la Sala Nacional [...].

Para cristalizar el viejo propósito de convertir al Palacio de Bellas Artes en el paradigma museístico-expositivo, la participación de Gamboa fue primordial. Reitero: con base en una capacidad infinita de trabajo, en un atento rastreo de los detalles de sus proyectos [...] en un conocimiento profundo del arte, la producción artesanal local y las antigüedades, en su insaciable interés por aprender y aprovechar cualquier oportunidad que se le presentara para experimentar, fue desarrollando su propia marca registrada dentro de un universo en el que existía cierta trayectoria de propositivos aunque no necesariamente profesionalizados curadores: Dr. Atl, Roberto Montenegro, Miguel Covarrubias, Julio Castellanos, [...] entre otros.

Se trata de la construcción de una de las líneas más poderosas y visibles de la curaduría-museografía en México y que bajo su liderazgo se caracterizó por el manejo estricto de las piezas consideradas obras de arte, desde artesanías hasta bienes culturales. Privilegiando los valores plásticos del objeto en cuestión, por encima de cualquier otro argumento —arqueológico, antropológico, histórico, documental o patrimonialista—, éstos fueron exacerbados mediante el uso en paredes y paneles de "la policromía clásica nacional" y de fuertes contrastes de luces y sombras que se ha dado en llamar "expresionista" y, finalmente, por la instauración casi obsesiva de los últimos adelantos de la técnica museográfica. En el manejo sacralizador del espacio, el efectismo de la iluminación y la novedad tecnológica, depositaba Gamboa los códigos identitarios de sus exposiciones.

Xavier Moyssén. Académico e investigador de arte.

El crítico de arte.

Grande es la deuda del arte de México con Fernando Gamboa, desde luego por su divulgación a través de los grandes museos del mundo, incluyendo en primer lugar los del país. Pero también la crítica de arte es mucho lo que le debe, pues sus escritores han hecho posible la comprensión de las obras que ha exhibido mediante una museografía que le dio prestigio internacional, museografía que creó escuela, pese a los imitadores superficiales que pronto tuvo.

El primer trabajo crítico de Fernando Gamboa que registró en mis ficheros, está dedicado a José Guadalupe Posada, el grabador sin par; Gamboa lo escribió a propósito de la exposición de Posada que presentó en 1944, en The Chicago Art Institute, El valor de tal trabajo radica en que por primera ocasión el grabador y su obra fueron considerados objetivamente, tanto en sus circunstancias de época, sociales y estéticas. El impacto que produjo el texto, favoreció su reproducción en varias publicaciones, entre otras en la revista Artes de México. En adelante los textos de Fernando Gamboa se sucedieron, sobre todo los que escribía para los catálogos de las exposiciones que organizaba, su número es considerable, más todos tienen el valor que es propio de las fuentes históricas documentales.

Es lógico pensar que su crítica de arte se relacione con las obras de los artistas mexicanos, a quienes ha conocido en su mayor parte; sin embargo, en base del conocimiento que posee de la historia del arte, Gamboa ha podido opinar con propiedad sobre las manifestaciones de otras épocas y pueblos. Así lo hizo, por ejemplo, durante su atinada gestión como Director del Museo de Arte Moderno. Recuérdese a propósito, sus presentaciones sobre la pintura de Francis Bacon (1977) y para la magnífica muestra de Los Caballos de San Marcos (1980). Quien se dedique a la historia del arte , forzosamente tendrá que tener presentes los escritos de este singular y siempre actual crítico del arte.

Hay algo más: gracias al criterio estético que posee y le califica, es como ha logrado seleccionar las piezas que ha mostrado en memorables exposiciones: "Gamboa se ha distinguido de verdad…tiene obra escrita…sus conocimientos y su buen juicio le dan un lugar de excepción". La validez de tal reconocimiento resulta apropiada en este homenaje.

Festival de Formas, homenaje a Fernando Gamboa. 1985.

José Luis Cuevas. Pintor y escultor.

Excélsior, México, D.F. viernes 6 de septiembre de 1985.

Fernando Gamboa —En 1954 escuché por primera vez la voz de Fernando Gamboa. Fué a través de una llamada telefónica en la que me invitaba a participar en un corto cinematográfico sobre mi incipiente obra de dibujante. El mismo Gamboa sería el director y se insertaría en Cine Verdad, revista fílmica muy popular que producía semanalmente Manolo Barbachano Ponce. Gamboa me invitó a su casa para que nos conociéramos y me leyera el guión que había escrito. Lo tituló "El pintor del rictus", y mostraría muchos de mis dibujos realizados en los barrios miserables de México. Aparecería yo mismo deambulando por ellos en busca de temas. A Susana, esposa de Fernando, me era ya conocida, por haberla visto en una ocasión en el Salón de la Plástica Mexicana y ahora cumplía con encanto, el papel de anfitriona y señora de uno de los mexicanos que más han hecho por la proyección internacional del arte mexicano. [...] El trato que recibía era cordial y mi obra era objeto de amables comentarios. Fernando leyó en voz alta el guión y yo lo acepté con entusiasmo. En pocos días empezaríamos a filmarlo.

Fernando Gamboa había dejado temporalmente su trabajo en el INBA y había aceptado el puesto que le ofreció Barbachano Ponce como director de cortos documentales y asesor en películas de largometraje. El paso de Gamboa por Teleproducciones, que así se llamaba la empresa fílmica de Manolo dejó magníficos frutos: un gran número de documentales sobre el arte mexicano y su intervención en dos películas excepcionales : "Raíces" de Benito Alazraki y "Torero" de Carlos Velo.

El corto sobre mi obra lo filmamos en locaciones, Las escogimos con cuidado. Nos fuimos a la Candelaria de los Patos, a las casuchas bajo el puente Nonoalco y a la calle del Órgano. La película de existir, tiene el interés adicional de mostrarnos aspectos de la ciudad que ya han desaparecido. En pocos minutos Gamboa pudo decir mucho sobre los miserables que vivían en condiciones terribles y sobre su cronista que era yo. Recuerdo algunas tomas; mi recorrido por el callejón del órgano, otro a los llamados de las mujeres para que entrara a sus cuartos. El "dolly" se hizo desde un auto. En la Candelaria de los Patos, aparecía yo dibujando sobre un muro. [...]

La película fue narrada por Fernando Marcos y aplaudida en los cines donde se proyectó. Por primera vez pude ver mi imagen en una pantalla cinematográfica. Yo que tanto amo el cine. A Fernando Gamboa continué frecuentando. Se había iniciado una gran amistad. A partir de entonces lo consideré un maestro: en el arte y en la vida. Mucho le debo, mucho de él he aprendido. Su opinión sobre mi obra me es necesaria, importante. Él ha sabido orientarme en mi difícil profesión de artista plástico.

Gabriel Rodríguez Álvarez. Historiador del cine y profesor universitario.

Memoria, número 186, agosto de 2004.

"Recuperando a Fernando Gamboa"

El nombre de Fernando Gamboa [...] está ineludiblemente asociado a iniciativas y políticas culturales de difusión del patrimonio artístico mexicano a lo largo de tres cuartos del siglo veinte. Su condición de pionero y revolucionario lo llevó a acercarse y conocer a fondo las disciplinas artísticas promoviendo y aquilatando a los exponentes del arte nacional; su papel como funcionario gubernamental puso en la cima más alta la fama de la museografía mexicana por todo el mundo. [...]

En su prolífica carrera, Gamboa se desempeñó como editor y crítico de arte en las revistas Frente a Frente (años treinta) y Tiempo (años cuarenta), así como asesor y realizador de películas para Teleproducciones S.A, y Producciones Barbachano S.A. en la década de los cincuentas. Tuvo a cargo el noticiero semanal artístico, sirvió como enlace entre la empresa de Manuel Barbachano Ponce y el famoso guionista italiano Cesare Zavattini, a quien conoció en la Mostra di Venezia de 1950 siendo Gamboa Vicedirector del INBA y Director del Museo Nacional de Artes Plásticas de la ciudad de México. En Venecia se volvió a encontrar con Zavattini dos años después y en 1953 estuvo presente cuando se llevó a cabo la Semana de Cine Italiano en el cine Chapultepec. Al año siguiente propuso a Zavattini trabajar para Teleproducciones S.A. y fue su principal asesor y guía en el viaje realizado por la República Mexicana en el verano de 1955.

Entre sus actividades de ese período, destacan el proyecto de la publicación de un extensa monografía sobre el muralismo mexicano y la realización de un documental cinematográfico sobre el tema. Como promotor cultural y contando con una convocatoria privilegiada entre los directivos de museos y festivales, Gamboa mostró en Francia e Italia las cintas producidas por Barbachano y cuyos premios representan conquistas para el conjunto del cine nacional.

Tan variada como el propio coleccionista.

Con motivo de su aniversario de nacimiento, en la Sala José Revueltas del Centro Cultural Universitario se exhibió una selección de películas que presentaron Patricia Gamboa- sobrina del museógrafo y presidenta de la PCFG-, Francisco Gaytan e Ivan Trujillo, Subdirector y Director de la Filmoteca de la UNAM respectivamente.

En palabras del propio Gaytan, la Colección Fílmica de FG [...] se compone de un poco más de 200 rollos de pelicula de 35 y 16mm, blanco y negro y color, en soporte de nitrato de celulosa y de acetato de celulosa y en diversos grados de conservación. Las películas han sido organizadas de acuerdo a los siguientes criterios:

-Guerra Civil Española: documentales realizados durante la Guerra Civil.

-Registro de Trabajo Museístico: Testimonios audiovisuales de algunas exposiciones de bienes artísticos mexicanos, diseñadas y realizadas por Gamboa en México y en el extranjero.

-Películas sobre Arte Mexicano: Comunicados cinematográficos en los que fué "asesor de arte" (también llamado director artístico).

-Películas sobre Arte y Cultura en General, Mexicanos y Extranjeros.: Documentales que tocan los más diversos temas, etnográficos, arqueológicos y gastronómicos.

La primera cita en el CCU.

La noche del pasado 26 de febrero se celebró la primera de lo que promete ser una larga lista de sesiones en las que se exhibirán los materiales de la Colección Fílmica Fernando Gamboa. En esa ocasión pudimos ver Corazón de España, España 1937, producida por la Nueva España de Buenos Aires, escrita y hablada por el Dr. Arturo Orzábal Quintana (29´30´´) con un panorama de la Guerra Civil Española donde sobresale la violencia contra la población civil y la resistencia republicana.

También se exhibió el documental publicitario de la industria nacional México desconocido, 1956, producido por Teleproducciones S.A. y dirigido por Jomi García Ascot (13’):}; el documental sobre las recién estrenadas instalaciones universitarias Universidad Nacional Autónoma de México, México, 1956, con guión y texto de Tomás Gurza (17’30’’); el documental en versión en francés Tierra del chicle, México 1952, producido por Teleproducciones, S.A. y dirigido por Carlos Velo (14’). En el programa se incluyeron las películas sin datos de producción que llevaron el título provisional de Evacuación (6’30’’) así como el documental sobre Diego Rivera, Portrait d’un peintre.[..]

Constituida la PCFG A.C., persigue preservar y difundir el inconmensurable archivo que el museógrafo consolidó durante su carrera.[...] por sus características estéticas y de producción, las películas que integran su colección ocupan un lugar especial en la filmografía mexicana ya que constituyen las realizaciones que refrescaron la forma de presentar eventos noticiosos y aspectos de la cultura y sociedad en México. [...] En los albores de la globalización, nada constituye un mejor bastión que la memoria viva del patrimonio universal perdurable al paso del tiempo.

Xavier Rojas. Dramaturgo.

Fernando Gamboa.

Recordar a Fernando Gamboa, es volver a vivir una bella época en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en la década de los cincuentas, en el viejo edificio de Moneda 13. Fernando fué nuestro maestro de "MUSEOGRAFÍA" una nueva carrera que se vislumbra en el horizonte cultural de México y en la que él fué un “pionero” apoyándola y orientando hacia ella a los elementos que según su criterio podrían desarrollarse en esa especialidad.

Mi generación fué privilegiada, pues además de Gamboa tuvimos un cuadro de maestros que eran notables figuras dentro de su especialidad, como "el chamaco" Miguel Covarrubias, el pintor etnólogo Mateos Saldaña, maestro de restauración y que fué discípulo de José Ma. Velasco, Don Manuel Toussaint con sus espléndidas exposiciones del Arte Universal, el gran compañero y amigo Francisco de la Maza, con quien complementábamos las clases en una cantina cercana a la Escuela, Don Pablo Mártinez del Río, Eusebio Dávalos Hurtado, Wilberto Jiménez Moreno, Daniel Rubin de la Borbolla, José León Portilla y sus clases de Náhuatl que dominicalmente practicábamos en San Gregorio Atlapulco, arriba de Xochimilco, Rafael Orellana, Roman Solano y más maestros sin olvidar a Pedro Boch Guimpera. Pero con FG convivimos más tiempo, vaya, hasta hubo semanas que dormimos en catres de campaña para poder inaugurar una exposición en la Escuela Normal de Maestros "LA EDUCACIÓN EN MÉXICO". Con Fernando sus "museógrafos" trabajamos en otras exposiciones como "La Sala Mexicana", "La Sala Teotihuacana", "Arte Indigena de Norteamérica", etc. mostrando en todas estas exposiciones joyas arqueológicas y para tal efecto Fernando Gamboa nos hacía investigar profundamente en todos los campos, buscar que su presentación museográfica permitiera al visitante valorizarlas en el perfil histórico y artístico. Gamboa estudiaba con nosotros obligándonos a rechazar el error y el mal gusto. Maestro, amigo, consejero, dejó su huella en la sensibilidad de sus alumnos, y de esa época recuerdo los nombres de los siguientes compañeros: Marcela Ruiz , Nadine Falquier, Rosario Camargo, Trinidad Boch Guimpera, Magdalena Silva Herzog, Pedro Camps Moserrat y Mario Vázquez..}

En este grupo de muchachas y muchachos museógrafos, sé que existe como común denominador, la estimación y el respeto por la figura de nuestro maestro Fernando Gamboa.

 

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